LOGOTIPO PARTIDO VERDEEn medio de la maleza representada por los escándalos en el conteo de votos y las denuncias de fraude y de narcoparamilitarismo, el girasol del Partido Verde florece como una esperanza para todos los optimistas irremediables, que creemos que en Colombia existen otras maneras de construir país.
El experimento Mockus- Peñalosa- Lucho –que siguieron juntos tras el publicitado grupo de los cinco del que desertaron Martha Lucía Ramírez y Sergio Fajardo (así quedaron más compactos)– resultó ser la más gratificante revelación de los comicios del pasado domingo. ANTANAS MOCKUSContra la cultura del atajo:
Conseguir resultados a como dé lugar, pensando solamente en el corto plazo y desconociendo las consecuencias del mediano y largo plazo, sin tener en cuenta cómo estos resultados afectan a personas que tienen una opinión diferente de la mía. Eso es la cultura del atajo y ese comportamiento es el primero que debemos cambiar.
Necesitamos tabúes:
En Colombia es necesario replantearnos la frontera entre lo aceptable y lo no aceptable. “A la mamá no se le pega”; además de ser una norma legal, la culpa es más fuerte y dolorosa que la sanción legal. Si la gente se llegara a enterar de un suceso como éste, generaría repudio y rechazo social. De igual manera, estos tabúes deben aplicarse en otros territorios de la convivencia, por ejemplo, “En la selva no se cultiva coca”, “Los recursos públicos son sagrados”, “La vida es sagrada”. En este momento estamos en el extremo del tabú, la noción de lo aceptable y lo no aceptable se ha invertido. ¿Qué es lo que permite que el tabú no funcione? El atajo. La justificación de acciones que NO son aceptables usando la excusa de la falta de ingresos. “Hago esto porque no tengo dinero”. En ese orden de ideas, estaría plenamente justificado vender a la propia madre… Necesitamos tabúes que nos devuelvan la fe en las instituciones y la confianza entre los ciudadanos.
Seguridad Ciudadana:
Indudablemente hay que seguir arrinconando a las FARC policial y militarmente, pero eso no basta, hay que aumentar la presión y el repudio social, que los ciudadanos manifiesten abiertamente su rechazo. Al escuchar la frase “Seguridad Democrática”, pensamos que solamente al Estado le corresponde luchar contra el narco-terrorismo. Claro, es función del Estado, pero también de la sociedad colombiana, que ejerce presión mediante su rechazo público. La marcha del 4 de febrero de 2008 es un claro ejemplo de Seguridad Ciudadana.
Por otra parte, la Seguridad Democrática ha funcionado muy bien en zonas geográficas de tipo rural, pero en las grandes ciudades los índices de homicidios aumentan de manera preocupante. La Seguridad Ciudadana es factible si nos acogemos a la Ley. En ocasiones, acogerse a la Ley quiere decir “Soy mayor de edad, confíen en mí, cumpliré las normas”. En otras se malentiende y se relaciona con la sumisión, someterse con tal de sentirse protegido. Las personas no nacemos ciudadanas, nos vamos volviendo ciudadanas a medida que crecemos. De igual manera, si me comporto como ciudadano, soy tratado como tal. Es un deber y un derecho de los ciudadanos discutir los problemas que nos aquejan a todos, como el de la seguridad; no se trata solamente de
pedir que se traiga más pie de fuerza, sino involucrarse (pacíficamente y con argumentos de peso) en la toma de decisiones. Siempre hay que denunciar, no debemos quedarnos callados.
De la Seguridad Democrática a la Legalidad Democrática:
Salir de la pobreza está muy ligado a legalizar a Colombia. Mucha riqueza se consume en la guerra, en los pleitos, en los trámites legales. La ilegalidad es la principal fuente de pobreza, porque frena el desarrollo de la economía legal.
Esta es la opinión de Rafael Orduz, en su artículo “El Partido Verde y la confianza ciudadana”:
“La Seguridad Democrática debe profundizarse. El monopolio de la fuerza de las armas en manos del Estado es un mandato constitucional, aunque debe conducir a lo que Antanas ha denominado la ‘Legalidad Democrática’. Si Uribe arrinconó a las FARC en la geografía colombiana, un gobierno Verde debe arrinconar la ilegalidad en todas sus formas. El respeto manifiesto por la justicia como poder autónomo, por los magistrados de las Cortes y por el juez del más remoto municipio de parte del Ejecutivo, por sus veredictos, es una premisa de gobierno que contrasta con prácticas recientes.”
Hace ocho años, el Estado estuvo a punto de colapsar. El monopolio del uso de la fuerza estaba en manos de la ilegalidad, viéndose manifestado en las pescas milagrosas, los atentados a las poblaciones, la extorsión a la gente del campo, las masacres, etc., por lo tanto, en ese momento lo más importante para el Estado era recuperar el monopolio del uso de la fuerza. No se hacía mucho énfasis en que el uso de la Justicia estuviera en manos de los narcotraficantes, la guerrilla y los paramilitares. Ahora, cuando las FARC han sido arrinconadas mediante el uso de la fuerza, el anhelo de Antanas Mockus y de muchos colombianos es recuperar el monopolio del uso de la Justicia, que el Juez se convierta en la figura central del Estado de Derecho.
El concepto de Legalidad Democrática NO hace a un lado el de Seguridad Democrática, es decir, no se trata de retroceder en lo que hemos construido, al contrario, la presión militar seguirá adelante, pero el concepto de Seguridad Democrática se profundizará en la medida en que ahora el Juez también debe ser protegido de amenazas y extorsiones. ¿De qué sirve capturar a los generadores de violencia, si una vez capturados, la corrupción interna de los mecanismos de Justicia permite su
libertad? La prioridad de Colombia en este momento debe ser el respeto a los Jueces. El verdadero problema radica en que mucha gente, aun sin ser ilegal, se muestra condescendiente y justifica la ilegalidad.